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Desarrollo de una pizarra braille positiva por fabricación aditiva

Director/a: Martín Escobar

Integrantes:

Las personas ciegas requieren un formato alternativo al visual para acceder a la palabra escrita como también poder escribir. En 1824 Luis Braille (Francia, 1809-1852) creó el sistema que lleva su nombre, constituido por seis puntos en relieve (dos columnas y tres filas) con 64 combinaciones básicas para formar letras, números y signos de puntuación. La creación de este sistema fue un hito en la educación y acceso a la cultura escrita por parte de las personas ciegas. Antes de la existencia del sistema braille, se presentaban letras (generalmente imprenta mayúscula) de tamaño grande y en relieve a las y los estudiantes con ceguera, lo cual requería un recorrido de movimiento amplio de las manos para el reconocimiento de cada signo, siendo el proceso lento, poco funcional y basado en parámetros visuales y no táctiles. El sistema braille se organiza a partir de un carácter constituido por 6 puntos de un tamaño pequeño, permitiendo que un movimiento ligero de la yema de un dedo sobre dicho carácter pueda detectar la combinación de puntos y así poder leer la letra, número o signo a una velocidad óptima. Desde su creación, el sistema braille se sigue complejizando con la aparición de nuevos requerimientos como lo son, por ejemplo, los signos relacionados con internet. En la actualidad, se puede escribir en braille a través de distintos dispositivos que varían en portabilidad y costo, la mayoría de ellos importados para su venta local. Las y los estudiantes que cursan los niveles obligatorios del Sistema Educativo (Educación Inicial, Primaria y Secundaria) tienen dos opciones de dispositivos: a. máquina de escribir en braille y b. pizarra braille negativa. Existen varias versiones de máquinas de escribir. La más difundida es conocida como máquina Perkins, por su marca. Pesa 4,5 kilos, es importada, de alto costo y recomendada para iniciar el proceso de alfabetización porque permite a las niñas y a los niños revisar su propia escritura de manera instantánea. Por otro lado, la pizarra negativa es liviana, de fácil acceso y bajo costo, pero no se recomienda para la alfabetización inicial porque demanda un doble esfuerzo en el aprendizaje. Por un lado se escribe de derecha a izquierda presionando con un punzón redondeado la hoja para marcar cada punto. Luego, para revisar la propia escritura se debe sacar la hoja de la pizarra y girarla para la lectura de izquierda a derecha. Las pizarras negativas suelen ser de plástico o aluminio y con formato de 4 o 6 renglones o de hoja entera. El tamaño de los puntos, su altura y la distancia entre punto y punto al escribir son fundamentales para el adecuado reconocimiento individual del carácter y la lectura que se lleva a cabo con la yema del dedo. Para ello existen estándares establecidos por la Comisión Braille Española ( ONCE, 2014) indicando la distancia entre los puntos que permite la adecuada lectura táctil. Cada carácter debe tener un alto entre 6,2 mm y 7,1 mm y un ancho entre 3,7 mm y 4,5 mm. A su vez, se consideran los siguientes parámetros: Distancia horizontal entre los centros de puntos contiguos de la misma celda: de 2,4 a 2,75 mm. Distancia vertical entre los centros de puntos contiguos de la misma celda: de 2,4 a 2,75 mm. Distancia entre los centros de puntos idénticos de celdas contiguas: de 6 a 6,91 mm. Distancia entre los centros de puntos idénticos de líneas contiguas: 10 a 11,26 mm. Diámetro de la base de los puntos: entre 1,2 y 1,9 mm. Altura recomendada de los puntos: entre 0,5 y 0,2 mm El espacio en blanco que separa palabras, ocupa el mismo espacio que un carácter cualquiera. Cuando se imprima en papel este ha de tener un gramaje aproximado de 140 gr y mínimo de 120 gr. En algunos países, se comenzaron a desarrollar pizarras braille positivas en plástico ABS (acrilo nitrilo butadieno estireno), donde los puntos en la base son convexos y se usa un punzón cóncavo para escribir en la hoja de izquierda a derecha y sin invertir espacialmente cada punto que conforma el carácter en braille. En nuestro país aún no están a la venta. La posibilidad de contar con pizarras positivas nacionales colaboraría en garantizar el derecho a la educación de estudiantes ciegas/os que no cuenten con máquina de escribir en braille y que por distintos motivos no se beneficien del uso de la pizarra negativa. En el presente proyecto, se pretende desarrollar una matriz de pizarra braille positiva para su impresión en tecnologías de producción aditiva (Impresión 3D) y el punzón correspondiente con punta cóncava para su posterior transferencia a la Escuela de Educación Especial 511 “Jorge Luis Borges” del partido de la Matanza y la Universidad Nacional de José Clemente Paz. De esta manera, estudiantes ciegas/os podrían acceder de manera sencilla y a bajo costo de un elemento fundamental para su educación.